clinamen

Hay ocasiones en las que una intuye o presiente la importancia de aquello ante lo que se halla antes de entenderlo de manera consciente. Pero no debe impacientarse: la comprensión racional, eso que necesitamos como si garantizara algo, tiene su propio ritmo y, si sabemos esperar a que se geste, llega, aunque solo sea para aquietarnos.

En el ascenso por el parque natural del Nevado del Ruiz hay una cresta que transcurre sobre el límite de los departamentos de Caldas y Tolima. O, más correctamente, al contrario: es el accidente geográfico el que demarca el límite político. Avanzando sobre esa línea irregular experimenté esa sensación de hallarme ante algo determinante, aunque solo días después, una vez acabado el viaje y ya de vuelta a la geografía urbana y cotidiana, he entendido de forma consciente que aquel era un enclave conceptual, una línea en el mundo y en el mapa sobre la que es humanamente imposible no sentir ni pensar.

Si en las alturas de esa línea uno de los vegetales del páramo -la estrellita, el musgo o el frailejón-, soltara el agua que por inteligencia natural retiene, una simple ráfaga de viento podría determinar que cayera por la cuenca occidental y atravesara el departamento de Caldas hacia Manizales o, por el contrario, que se precipitara hacia el Oriente, recorriera el departamento del Tolima y terminara en un pueblo como Armero.

En el parque del Nevado hay mucha más agua acumulada en forma de nieve que dentro de las plantas. El 13 de noviembre de 1985, las nieves de la falda del Tolima del Nevado del Ruiz, menos castigada por el ser humano, eran mucho más voluminosas que las de la falda de Caldas. La erupción del volcán y las altísimas temperaturas derritieron esa enorme mole de agua sólida y provocaron la avalancha que sepultó el pueblo de Armero y la vida de sus 20.000 habitantes, que tomaron el rostro único de la niña Omayra.

En 2016, en pleno proceso de paz, si observamos el devenir de Colombia a cámara lenta, podemos apreciar esos nanosegundos en los cuales el agua aún no ha caído por ninguna de las dos vertientes y no sabe si encontrará un cauce y será fuente de vida y de riqueza hídrica o si hará parte de la tromba ciega que arrasará poblaciones enteras y sean solo algunos cuerpos mutilados lo que después y ya lejos emerja.

No es metafórico: Colombia tiene los recursos naturales para ser uno de los países más ricos del mundo -tiene agua, sol, sal, carbón, petróleo, gas natural, uranio, oro, plata, platino, hierro, flora y fauna. Pero también alberga en sí la posibilidad de la declinación que perpetúe a los humanos que la habitan en su condición de estirpes condenadas a toda una eternidad, nada literaria, de violencia y soledad.

línea Nevado

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